miércoles, 19 de octubre de 2011

Saber que no se es.

Muchas son las cosas, situaciones, pasatiempos, gustos que disfruto y he adoptado con el tiempo y la experimentación personal.

A veces creemos que las cosas que hacemos, lo que nos gusta, los aspectos con los que mantenemos un contacto frecuente nos determinan o definen. Es importante entender que uno no es lo que hace, uno no es los demás, que no se es lo que resulta agradable y que tampoco somos nuestros propios miedos y temores.

Me gusta tomar fotografías, pero no soy una fotografía y no soy fotógrafa.

Me gusta caminar las calles, pero no soy camino.

Me gusta sentir el aire jugando entre mis cabellos, pero no soy aire ni juego.

Me gusta la noche, pero yo no soy la noche ni soy la luna ni seré las estrellas. No soy brillo y no seré la oscuridad del cielo.

Disfruto la cercanía de personas alegres alrededor mío, pero no soy alegría. Y me enamoran las miradas tristes, aunque no puedan ser mías.

Me gustan mucho las gardenias, esos ramilletes que venden en los cruces citadinos, pero yo no soy ni seré ese sutil aroma que desprenden con dulzura.

Me gusta sentir que algo es mío, pero a veces ni yo misma me siento pertenecer.

Me gusta creer que puedo hacer las cosas diferentes, no sólo para mí sino para los demás, pero la verdad es que por ahora yo no soy el cambio y mucho menos soy la diferencia.

Disfruto de jugar baloncesto. Yo no soy la pelota, ni mis tenis, no soy la cancha, ni el deporte mismo.

Me gusta pasar el tiempo a solas y no soy el tiempo y no soy soledad.

Me siento bien al sólo callar y apagar mis pensamientos; no soy silencio.

Suelo pasar las noches y los días sólo divagando y mucho de mi tiempo se vierte en letras publicadas (en Blogger o Twitter, a veces en blocs de notas), mas yo no seré ninguna red social. Tampoco soy las palabras que puedo escribir y pensar, no soy pensamiento. No soy ensayista, no soy escritora y tampoco filósofa.

Me gusta consumir algunas ideas que me brinda la sociedad para sentirme pertenecer a algo que es de mi agrado, pero no soy nada de lo que consumo e inclusive hasta los ideales que he adoptado, tampoco soy esos ideales.

Pasar el tiempo bordando cenefas con hilos, escribiendo mensajes en ellas. No soy aguja, no soy tela.

Disfruto del placer que me provocan ciertas fugacidades efímeras, ¿podría ser yo fugaz y breve?

Y si no soy la lluvia, no soy lo cálido de un cobertor por las noches, si no soy lo que puedo comer, no soy lo que veo y no soy lo que escucho, ¿soy lo que siento? Y si no queda más para intentar definirme, ¿soy tan sólo intensión? Una intensión más agregada a un conjunto de otras intensiones. Pero no soy intensión y no soy sentimiento.

¿Qué es lo que tengo, entonces, con qué me quedo yo? Si fuese una pregunta fácil de contestar quizás no tendría tanto sentido el buscar. Y supongo que ahora eso no es tan importante, pues, mientras sepa reconocer lo que no soy la confusión no me robará lo que sí soy.

Como esconder un secreto o un tesoro, si desconoces su paradero será más difícil ante los otros hallarlo. Y también podrías pasar por su localización y no saber que está allí escondido tu secreto, quizás no deba ser hallado a menos que fuera por coincidencia o destino.

Sé algunas cosas qué no soy por ahora: no soy música, no soy novelista, no soy caricia, no soy un beso, no soy tinta, no soy color, no soy luz y tampoco soy penumbra, no soy superficie ni profundidad, no soy el mar, no soy oxígeno, no soy lo magnífico, no soy agua, no soy un abrazo, no soy este instante que ya ha pasado, no soy presente, definitivamente no soy suspiro ni respiración, no soy orden ni equilibrio y temo decir con sospecha que tampoco soy el caos.

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