domingo, 27 de febrero de 2011

Venidero fuiste y no llegaste.

Te maldigo con besos que le duelen a tu piel y a tu alma, por ser tan dulce y amargo a mis labios sin jamás haberlos tocado. Por ser tan lastimero y profundo, mientras me llenaste de esperanzas vacías y borrosas. Y es que tu esencia es tan confusa que mi corazón a decidido no enamorarse otra vez.

Te regalo una parte de mí.

Te he traído una flor de papel, de esas que crecen en los recónditos espacios de los bosques silenciosos de mi mundo.
-¿De qué color es el papel?
-Es blanco, como los besos que una vez me prometiste, esos de sabor suave y textura frágil con sabor a luz.

Una vez me dijeron...

"I'm jealous of every boy that has ever hugged you, because for that one second he held my entire world."

domingo, 20 de febrero de 2011

Escribo = Siento.

Disfruto escribir en prosa porque mis versos no riman.
Amar en prosa y no en verso,
allí yace la dulzura de los besos que nacen al remonte de nuestras miradas.
Cual movimiento incitante de tus dedos enredados en mi cabello.
Un suspiro al oído que invita al escalofrío:
posesivo, dominante, conquistándome la piel
y otros más sentidos que la ciencia desconoce.
Notas impalpables de una sinfonía anónima.
Entender tus pretensiones sin certeza,
arriesgarlo todo.
Ignorar a la razón, olvidar a la lógica de mis pensamientos.
¿Será mi corazón quien lata en mi cabeza?

sábado, 19 de febrero de 2011

I cried because of you.

Y después del llanto, el sueño.
Y después de dormir...

Tantos mensajes de texto afectan mi estabilidad emocional. ¿Qué pretendes? Ni yo misma sé lo que quiero en este momento. Quedarnos estáticos en esta situación de jugar a sentir, jugar a querer y saber que sabemos, quizás. Ir lento, eso creí querer, pero ya no estoy tan segura. Mis acciones no respaldan mis ideas, ¿es porque no sé decidir? Me gustaría saber qué será del nosotros que no existe dentro de unos meses. Yo no pedí un corazón, ni razón, ni sentimientos.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Reflexion después de un arrepentimiento.

Uno es débil antes de pedirle a alguien que no cuente el secreto que le acaba de contar, porque él mismo, primero, no ha sabido quedarse callado.