jueves, 27 de octubre de 2011

Hoy es un buen día.

Es 27 de octubre.

Sería mentir si digo que no he esperado esta fecha por un largo tiempo. También sería mentir si digo que no preparé algunas cosas para este día. Y sería mucho más triste tener que cancelar tantos planes, olvidar las ganas de hacer de este día algo maravilloso. Y aunque ya no esté de la manera en que hace unos días estaba para ti, puedo estar de una mejor manera. O al menos eso intentaré.

Aún si no me tienes a tu lado para darte un abrazo, decirte en persona lo mucho que te quiero, es inevitable dejar de pensar en ti, mucho más en este día.

Primero, debo decir que te extraño. Deseo fuertemente tenerte de frente para poder mirarte con nuevos ojos, abrazarte muy cerca, besar tu mejilla, sentirte distinto y amarte mejor.

No te diré que cumplir tus dieciocho años, tener la mayoría de edad, es como despertar al día siguiente y sentirte completamente diferente, cambiado y más grande. En realidad no se siente casi nada, salvo que tú quieras sentirlo así. Pero sí te diré que, al menos para la sociedad, es algo así como todo un rito y que si bien algunos pueden celebrar a lo grande, esperar regalos y presumir la credencial del IFE una vez que la obtienen (cosa que a mi parecer es bastante graciosa, que muy pocos salen bien en la foto y la tableta digital que registra la firma es un asco por lo que nunca sale bien a la primera), uno puede pasarlo de maravilla con unas cuantas personas que te signifiquen una muy buena compañía, donde sea que estés.

Estoy consciente de que no te veré en este día, sólo espero que me des un tiempo en alguno de tus días próximos para pasarlo contigo y disfrutarte un rato, celebrar por celebrar y por pasarlo bien a tu lado. Y bueno, hace ya unas semanas que no tengo el gusto de hacerlo.

No te canto las mañanitas porque seguro ya te las cantaron, y si ya te las cantaron, probablemente te las volverán a cantar. Mejor no te harto con la misma tonadita.

Pero déjame decirte que, eso sí, la bendita tarjetita que demuestra tu mayoría de edad te dejará conseguir alcohol sin complicación alguna, sin remordimientos. Y como ya estás para saberlo, ése es uno de los beneficios que se agradecen.

Muchas felicidades, Jesús.
Me gustaría estar contigo este día, pero sabes que te quiero mucho, desde aquí y desde donde sea.
Un abrazo, hipotéticamente el más fuerte y tierno que alguna vez te hayan dado.

Sólo espero que, aunque no esté yo ahí para compartir tu día, sea un día verdaderamente especial y que puedas recordarlo como algo mucho más que bueno.
Te amo. Feliz cumpleaños.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Haciendo el hueco más profundo.

Estúpida yo, entre tantas fantasías. Qué tonta, qué ingenua al querer creerme mis propias mentiras. Los recuerdos se han vuelto el reflejo de mis heridas. Imaginando que aún hay vida, que aún queda algo de esas palabras alguna vez dichas.

Tú no me lees, no leerás todo lo que he escrito por ti, para ti.
Tú no me buscarás, no lo harás, lo sé muy bien.

Yo sigo aquí soñando que volverás por mí, me mantendrás a tu lado, que no me soltarás, que no me dejarás ir más lejos.

Quisiera decir tantas cosas, pero por miedo a arruinar lo que nos queda callaré todo lo que tenga que decir, lo que pueda quebrarnos.

A veces mejor callo, porque lo que tengo que decir ya no importa, ya no debería importar.

martes, 25 de octubre de 2011

Mandar el corazón a un rincón.

Duele tener que quedarme aquí inmóvil, porque me he perdido y por miedo a no saber a dónde podría llegar prefiero ya no caminar. Quiero dar pasos seguros, aunque nadie me lleve de la mano.

No sé qué sentir al notar que tu aroma ya no está, me hundo en las almohadas, en el muñeco de felpa que alguna vez te conservó, ése tu aroma, por meses. Pero ya no estás.

Me gustaría saber que no fui una más, que aún significo algo para ti, algo grande.
Que tú eres el primero, eres el primero al que dejé entrar así.

¿Qué fue lo que tomaste de mí?
No te pido que lo devuelvas, sea lo que sea, pero duele ese vacío. Por ahora habrá que ver con qué tapiar al corazón.

¿Y si me dejas amarte de cerca? Sin tocar tus labios, sin tomar tus manos, sin robar tus brazos...pero no me apartes, no me hagas a un lado, no te alejes, no te borres así como así. Podría llenar un mar con esta tristeza, podría ahogarme en ella.

Vuelve a mí, aunque sea en algo diferente, pero vuelve a mí.
Quiero regresar, no dejes que desaparezca, no permitas que deje de existir.

lunes, 24 de octubre de 2011

Fueron 7 meses, 2 semanas y 6 días.

Amo sus manos, sentir sus brazos alrededor mío. Aunque no sé bien lo que sentí cuando me abrazó hace unas horas, que me rodeó por el cuello y después por la cintura, porque me quedé inmóvil y llena de frío.

Y odio amarlo hasta cuando duerme, porque me molesta que no esté despierto para estar enteramente conmigo, pero se ve muy lindo dormido.

Amo la sensación de recostarme a su lado, de que me abrace, que encuentre a lo largo de mi espalda y mi cintura dónde colocar su dedo para hacerme sentir una pulsión de cosquillas y escalofríos, porque hace que me contraiga toda y me curve hacia él, para luego apretarme más fuerte contra su pecho.

Me quedo con la nostalgia y las memorias que grabó mi cuerpo, también las que grabó el corazón y la mente.
Y me quedo con todo lo bueno y lo malo que me enseñó y me ayudará a crecer.
Y me quedo con sus tenis, no me duele usarlos.
También me quedo con muchos planes y me quedo con muchas dudas y corazonadas.
Y me quedo con una canción que me regaló. Puede que nunca sepa cómo suena.
Me quedo con todos los besos. Y ese beso que nunca supe sería el último. También con el que aún no sé si de verdad se murió en el intento.


Y si él supiera todos los detalles que guardo de esa última vez, cuántas cosas leí sin repentina conciencia en sus ojos, en esa breve mirada; en esas intenciones frustras, en lo que no se dio; en esas ganas reprimidas, en lo que pareció ser lo mejor.



No han pasado ni cinco horas desde lo que fue la última vez con él y ya lo extraño.

domingo, 23 de octubre de 2011

Regálame tus ojos...y tus manos, aunque tengamos que decir adiós.

¿Y cómo es que sigo arreglándome bonita cuando sé que no estarán ahí cruzándose nuestras miradas, sabiendo que no eres tú con quien me dispongo a pasar el tiempo?
Me pongo mi mejor vestido, el que me sienta bien y el que nunca me has visto. Sólo esperando, escondiendo bajo el ligero maquillaje el gran deseo de toparme contigo en la calle.
Recuperar tus ojos y que me sepan sólo a mí.

Un cinto para acentuar la parte que creo más estrecha de mi cuerpo; quiero que tus manos sientan ganas de sujetar esa parte de mí, fuertemente.

Te confieso que aún cuando no eres tú quien me acompañe, al verme al espejo y elegir mis ropas, pienso en ti.


No dudo que me quieras, hasta te creo que me ames. ¿Pero alguna vez has pensado que no eres tú el problema, ni yo? Tampoco creo que seamos nosotros.

Yo no dejaré de amarte, tú puedes hacer lo que te plazca.
Y aunque nos amemos, nuestras formas de amar no pretenden darse la mano para caminar, así como alguna vez lo hicimos nosotros dos.

No busquemos culpables, es sólo que ya no existe otra salida.
Sería eso o el cambio, pero para mí el cambio no es una opción. Y tampoco lo es para ti, si algo me ha quedado claro hasta ahora es eso. Ninguno de los dos cambiará por el otro. No es como si nos tuviésemos tanto amor.

sábado, 22 de octubre de 2011

Stalkear mucho a una persona como método para que te deje de gustar.

El título de la entrada, pues...encontré esa frase en el TL de Twitter y creo que tiene muchísima razón -al menos aplicada a mi situación-.

La verdad es que podría decir que tengo mucho qué decir al respecto, pero por esta ocasión quizás me guarde las palabras. El tema es demasiado amargo como para prestarle importancia después de un fin de semana increíble, después de un jueves hermoso.

Sólo debo agradecer así a amigos tan buenos que en tan pocos meses han demostrado interés y cariño por mí, preocupación por mis problemas:

Gracias, M, por estar ahí para mí, recibirme en tu casa, salvarme del calor de la tarde y del sol, pensar en cómo secar mis lágrimas y lograrlo a través de compartirme uno de tus gustos personales. No tengo más palabras que puedan expresar lo mucho que te quiero.

Gracias, S, por dejarme estar en tu casa también, presentarme a tus amigos, alimentarme, dejarme dormir y siempre escucharme. Por dejarme entrar en tu mundo tan caótico y bello.

Gracias, C, porque aunque al principio no estaba muy segura, ahora sé que puedes ser alguien especial y de mucha ayuda en momentos de flaqueza. A tu manera tan directa, tan objetiva y analítica. Por tus consejos, tus abrazos, por caminar las calles de esta nueva ciudad conmigo.

Y gracias, H, V y D, por estar este domingo junto a mí. A ustedes que ya de hace años los conozco y continúan a mi lado.

Los quiero mucho.

jueves, 20 de octubre de 2011

Dame la más mínima razón para crearme una excusa que me aleje de ti y de este dolor innecesario.

¿Y sabes qué es lo más triste? Que siento que yo tuve que ganarme tu confianza al final, cuando yo te la regalé de lleno.


miércoles, 19 de octubre de 2011

Confieso que...

Puedo llegar a sentirme estúpida ideando formas de llamar tu atención.

A veces, cuando camino sola hacia el supermercado, actúo situaciones que me incluyen y hablo en voz alta diciendo simulaciones de diálogos de otras personas.

A veces mientras muero de ganas, mientras le extraño -cuando no le tengo cerca- beso el dedo pulgar de mi mano.

A veces, cuando me aburro me pongo a jugar con los huesitos de mi cadera y de pronto todo parece mejorar.

Saber que no se es.

Muchas son las cosas, situaciones, pasatiempos, gustos que disfruto y he adoptado con el tiempo y la experimentación personal.

A veces creemos que las cosas que hacemos, lo que nos gusta, los aspectos con los que mantenemos un contacto frecuente nos determinan o definen. Es importante entender que uno no es lo que hace, uno no es los demás, que no se es lo que resulta agradable y que tampoco somos nuestros propios miedos y temores.

Me gusta tomar fotografías, pero no soy una fotografía y no soy fotógrafa.

Me gusta caminar las calles, pero no soy camino.

Me gusta sentir el aire jugando entre mis cabellos, pero no soy aire ni juego.

Me gusta la noche, pero yo no soy la noche ni soy la luna ni seré las estrellas. No soy brillo y no seré la oscuridad del cielo.

Disfruto la cercanía de personas alegres alrededor mío, pero no soy alegría. Y me enamoran las miradas tristes, aunque no puedan ser mías.

Me gustan mucho las gardenias, esos ramilletes que venden en los cruces citadinos, pero yo no soy ni seré ese sutil aroma que desprenden con dulzura.

Me gusta sentir que algo es mío, pero a veces ni yo misma me siento pertenecer.

Me gusta creer que puedo hacer las cosas diferentes, no sólo para mí sino para los demás, pero la verdad es que por ahora yo no soy el cambio y mucho menos soy la diferencia.

Disfruto de jugar baloncesto. Yo no soy la pelota, ni mis tenis, no soy la cancha, ni el deporte mismo.

Me gusta pasar el tiempo a solas y no soy el tiempo y no soy soledad.

Me siento bien al sólo callar y apagar mis pensamientos; no soy silencio.

Suelo pasar las noches y los días sólo divagando y mucho de mi tiempo se vierte en letras publicadas (en Blogger o Twitter, a veces en blocs de notas), mas yo no seré ninguna red social. Tampoco soy las palabras que puedo escribir y pensar, no soy pensamiento. No soy ensayista, no soy escritora y tampoco filósofa.

Me gusta consumir algunas ideas que me brinda la sociedad para sentirme pertenecer a algo que es de mi agrado, pero no soy nada de lo que consumo e inclusive hasta los ideales que he adoptado, tampoco soy esos ideales.

Pasar el tiempo bordando cenefas con hilos, escribiendo mensajes en ellas. No soy aguja, no soy tela.

Disfruto del placer que me provocan ciertas fugacidades efímeras, ¿podría ser yo fugaz y breve?

Y si no soy la lluvia, no soy lo cálido de un cobertor por las noches, si no soy lo que puedo comer, no soy lo que veo y no soy lo que escucho, ¿soy lo que siento? Y si no queda más para intentar definirme, ¿soy tan sólo intensión? Una intensión más agregada a un conjunto de otras intensiones. Pero no soy intensión y no soy sentimiento.

¿Qué es lo que tengo, entonces, con qué me quedo yo? Si fuese una pregunta fácil de contestar quizás no tendría tanto sentido el buscar. Y supongo que ahora eso no es tan importante, pues, mientras sepa reconocer lo que no soy la confusión no me robará lo que sí soy.

Como esconder un secreto o un tesoro, si desconoces su paradero será más difícil ante los otros hallarlo. Y también podrías pasar por su localización y no saber que está allí escondido tu secreto, quizás no deba ser hallado a menos que fuera por coincidencia o destino.

Sé algunas cosas qué no soy por ahora: no soy música, no soy novelista, no soy caricia, no soy un beso, no soy tinta, no soy color, no soy luz y tampoco soy penumbra, no soy superficie ni profundidad, no soy el mar, no soy oxígeno, no soy lo magnífico, no soy agua, no soy un abrazo, no soy este instante que ya ha pasado, no soy presente, definitivamente no soy suspiro ni respiración, no soy orden ni equilibrio y temo decir con sospecha que tampoco soy el caos.

lunes, 17 de octubre de 2011

Tengo un deseo.

Deseo escribir una historia en la cual el personaje principal lleve por nombre "Ausencia".

Es todo.

domingo, 16 de octubre de 2011

Imposible dejar de extrañarte.


Aquí estoy atiborrada de hojas encuadernadas, de libros y lapiceros, muchos deberes pendientes; todas mis prioridades reales enredadas entre las letras de tu nombre.
Volviéndome verdad ante ti, intentando lucir mi mejor sonrisa, mostrando mi más transparente mirada con la ilusión de hacer que me ames aunque sea un poco más; sólo quiero que a pesar del temor que yace en mí puedas atravesarme toda con tus ojos.
Qué deseo tan bizarro el querer convertirme en aire, en vapor de una fragancia agradable a tus sentidos; quiero que me respires poco a poco, lento, lucha por contenerme dentro tuyo y no me exhales nunca más. Aunque te duela, ámame.

domingo, 2 de octubre de 2011

Y aunque muera de ganas, yo ya no pienso buscarte ni para ver lo que es eterno.

¿Me pregunto cuántas veces has mencionado mi nombre en estos días? ¿Te he pesado tanto como para no poder cargar conmigo en soledad?
Mientras la distancia a ti te pudo abrir los ojos, a mí me rompió en cachitos al amor.
Pero con todo y el riesgo de quedarme sin palabras, de retractarme, prefiero hablarlo todo de frente.

Masoquismo.

Tú tan enamorado de tu música y tu libertad. Sientes que me tienes ya ganada; tristemente piensas bien, pues aquí me tienes. Tristemente me siento cansada, aquí estoy parada frente al borde contemplando el abismo frente a mí sin tener la fuerza de saltar, esperando que vengas y sujetes mi mano para impedirlo. Tristemente quiero creer en algo que sé no sucederá.
Yo tan enamorada de los recuerdos y de ti, de tus defectos que terminan pareciéndome agradables o no tan desagradables. Aquí en la distancia que dejamos crecer, que me regalaste sin consultarme. Yo te sigo esperando, tan estúpida, tan débil, con los ojos abiertos y tan ciega.

¿Qué hago aquí bajo tu ventana abierta, sólo esperando que pienses en asomar el rostro, sólo esperando que me busques con la mirada perdida hasta encontrarme?

Una vez más me he venido abajo para volver la mirada hacia ti.

Me he olvidado un poco de lo que pretendo al escribir tanto. Hasta me siento desentendida al encontrarme huyendo de ti, evitando un contacto directo. ¿Cuál era el objetivo?
Me sorprendo siempre pensando, entre la amargura de toda esta situación, aún imaginando el momento en que casarnos pueda ser no sólo un pensamiento ilustrado de mi mente. Pero eso no será nunca lo que tú desees. No lo creo. Y tampoco yo, sólo recurro a ello de vez en cuando porque me doy la oportunidad de sentirlo tan real.

¿Entonces qué soy para ti? Esa es sólo una pregunta estúpida.

Toma valor de correr hacia mí y sujetarme fuerte, si tan suelta me ves, tan tambaleante. ¿Podrías lograr que me aferre a ti con la fuerza de tus manos sobre las mías, sobre tu pecho?
Sé tajante, amor mío, ven y disipa la cobardía de todos estos días. Ahoga todo el orgullo, vuélvele opaco en tus labios. Borra de nosotros todo rastro de la palabra miedo, que todavía te anhelo.

sábado, 1 de octubre de 2011

Muchas cosas ya fueron, muchas más no serán.

Pasar la noche planeando cómo terminar esto, ensayar las palabras consciente de que no podré nunca repetirlas igual.
Aún no sé cuándo y lo peor es que él podría no tener ni idea.
No creo no llorar, pero creo que estaré mejor así.

Tengo miedo de flaquear y no hacerlo. De verle a los ojos y sentir miedo. De quebrarme y llorarle cuando no quiero y sí quiero que me vea así, frágil, necesitada de algo que podría no ser él y a la vez sí.

Y de alguna manera le siento como un niño incapaz de cuidarme y de hacerme sentir segura, de saber quererme, porque quizás sepa querer, pero su manera de hacerlo no me va.
No me llena.

Temo no hacerlo, vivir y quedarme en los recuerdos. Porque le dejé tomar de mí mucho, se lo di y eso hace aferrarme a él.
Pero eso ya fue, ¿qué hay del ahora?

Aquella ciudad fue linda, fue buena e hicimos muchas cosas juntos. Pero esta no, esta ciudad me ha lastimado, han sido lágrimas que no se han limitado a la noche.

Y me fallé a mí misma al dejarme quererle así, tanto, y al ser ciega y culparme, y al perdonarle sin olvidar.

Del amor a lo indefinido.

Qué pena que aún sin ganas de saber de ti continuó detrás tuyo.
Qué pena saberme perdida en el tiempo pensándote.
Qué pena que no me busques, qué pena estar esperando.
Qué pena saber sin conciencia que se acerca el final.
Qué pena planear cómo acabar con lo nuestro.
Qué pena tener que acumular las lágrimas para el momento.
Qué pena sentir miedo.
Qué pena que creyeras que necesitaba un tiempo para mí cuando lo que necesitaba era no sentir más tu ausencia.
Qué pena que no supiste encontrarme.
Qué pena que no sintieras la necesidad de volver a mí, qué pena pensar que lo harías en el momento adecuado y al final no lo hicieras.