domingo, 20 de noviembre de 2011

Los buenos momentos de la vida.

Me hacía mucha falta hacer un espacio para mí misma, salir con personas diferentes y aunque es extraño no tener a quién regresar por la noches, en quién pensar, a quién extrañar, todo está maravillosamente bien por el momento.

Desperté por la mañana con la consciencia ávida de volver a vivir mi vida. Salí a pasear a una plaza y terminé comprando muchas cosas: ropa, anteojos, más ropa. Y mañana volveré por más, seguro.
Atraje muchas miradas en ese instante; decidí arreglarme elegante, pero modesta. Inclusive comencé la mañana con una ducha que fue realmente revitalizante para mí y para mi imagen. Hasta mejoró mi autopercepción.

Y después, una noche adorable la cual pasé sentada junto a una fogata hecha de leños secos en el jardín de una inmensa casa muy bella, con un cielo repleto de estrellas y un frío que me hacía sacar vaho por la boca al exhalar mi respiración. Asando pan, salchichas, malvaviscos, comiendo golosinas, trufas, chocolates, gomitas, papas fritas, dulces de tamarindo, panquecitos y pay de frutas con queso. Además de un riquísimo ponche de frutas casero. Contando mil historias, cantando y riendo, jugando cuales niños y creando nuevas memorias.

La noche de ayer transcurrió espléndidamente. Ahora estoy aquí en mi habitación sola con estos recuerdos y con una sensación de satisfacción.

Pienso en él, sonrío y doy gracias de estar justo donde estoy ahora.
Pienso en él y no me interesa más el asunto.
Pienso en mí y soy feliz de nuevo.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Entonces el olvido se viste con tu recuerdo.

Porque ya no siento temblar mis manos.
Veo el largo de mis uñas,
en el borde se asoma la tentación de un abismo
el cual no me parece tan desconocido,
mas me sabe distante.

Como un horizonte interrumpido;
en el contorno la avidez de mis dientes insensatos
que amenazan la ilusión a pedazos.

viernes, 11 de noviembre de 2011

¿Para ti ya se ha muerto lo nuestro?

Pasan los días y estando lejos de la fecha aún sufro de regresiones que me llevan a ti.

No entiendo por qué no me es tan fácil sólo dejarte ir, dejar de aferrarme a la punta de tus dedos que aún insisto en sujetar.

¿Qué es lo que fue nuestro amor, que me volví otra cuando estaba a solas contigo, sin extraños ni conocidos observando?

Tengo miedo de abrirme a alguien más, porque duele, cómo duele.

Es inevitable sentir que te he perdido, que no volverá a ser lo mismo, que tenemos algunos pendientes y que muchos sólo se habrán de disipar, de olvidar, de reprimir.

Todo alrededor, mis días los paso llenándolo todo de sentidos que tienen escrito tu nombre, de memorias cargadas de significados que no he dejado de amar.

Ya no puedo escribir.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Existe esperanza en los corazones que aman.

Ver a mi padre el día de hoy me dio mucha fuerza.
No había notado que extrañaba lo cálido que es su pecho, lo segura que me puedo sentir entre sus brazos, lo alto que es cuando se pone sus botas y se pone de pie a mi lado.
Me hacían falta palabras de aliento, esas que no vienen de un amigo, pero sí de un padre que sabe regalar su amistad a una hija. Palabras que me hicieron derramar algunas lágrimas y mojar su hombro. Me habló de la vida, me habló del amor, me hizo entender que me entiende y que entre nosotros no existe la distancia ni la ausencia. También me dijo que sabe que no es fácil salir de una depresión, pero que sabe que soy fuerte y que estoy comenzando a vivir, que aprenderé de todo esto.
Un abrazo reconfortante, unos minutos que se han vuelto eternos en mí.
Un padre que sabe leer a su hija, no todo el tiempo, pero cuando lo hace, lo hace con el corazón.
Me asustó un poco saber que notó el vacío en mí, me miró transparente, tomó mi decadencia y mi falta de motivación y la jaló desde el fondo hasta colocarla frente mío para hacerme abrir los ojos. También me hizo abrir las manos para conseguir fuerzas y tomar con ellas cosas mejores. Supo que me sentía deambular sin sentido y me prestó a su persona como motivo de continuar con intención y guía.
No es como si pudiera volver poesía lo que sucedió hoy al estar con él, simplemente lo fue por sí solo. Simplemente no puedo escribirlo como tal.
Dar gracias porque sucedió de esa manera, en ese momento, es lo que puedo hacer. Eso y seguir ocupando mis días, apartar lo que es capaz de ser herido en el corazón y usar más la cabeza, plantar más firmes los pies y comenzar a andar nuevos caminos.
Ahora sé que alguien camina a mi lado, no estoy sola, lo tengo a él.



Estoy poniendo un pie dentro de un nuevo camino mío, el otro aún no lo he movido del sendero que fue nuestro.

Hoy desperté de un sueño que olvidé al instante de abrir mis ojos. Inminentemente sobrevino tu recuerdo, quizás fuiste lo segundo que pensé por la mañana y lo primero que se fijó a mi mente en el día.

Ya no dueles como lo hacías hace un par de días, ya no estás todo el tiempo.

Recordé esa última mirada, esa última aún me pertenecía. Tan diferente, tus ojos no tenían mucho brillo, estaban llenos de sombra.
Un semblante tuyo que nunca antes había visto; creo que estaban tus ojos inundados de miedo.
Creo que los dedos de tu mano jugando con el cabello de mi nuca me susurraban el deseo de tus labios.

Nada pasó, sólo un adiós.

Estos días he pasado por muchos intentos de estornudo y otros más que sí lo han sido; tengo la loca idea de que alguien (tú) está pensándome muy fuerte. Pero sé que no es así (sé que si eso es probable, que seas tú no es tan posible).

Esa noche me tuviste contra la pared, en todos los sentidos. Aún me regalaste un último abrazo para cubrirme del frío y me tomaste por la cintura; fueron muchos los suspiros tuyos que decidí no llevar la cuenta.

Sólo no puedo dejar de preguntarme algo que en mí no podrá ser respondido y que probablemente nunca te preguntaré, porque ahora estamos bien y si no, lo estaremos.

Pudiste besarme esa noche, tuviste la oportunidad de hacerlo, lo sabes. ¿No lo hiciste, por qué? Qué pena si la respuesta es miedo. Qué triste si no lo hiciste por mí, por cuidar de mí.
Y si te dijera que si hubieses podido hacerlo sin repercusión alguna, ¿lo habrías hecho?
Y si te digo que puedes venir y besar mis labios una vez más sin forzar nada, sin quebrar nada, sin causar daño...¿me besarías?

Uno de mis pies dice te extraño y no es un secreto, el otro dice extraño mucho de mí misma.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Nos mató la distancia, no el tiempo.

Esa distancia que no está hecha de kilómetros, pero de silencios.
La distancia que no hacen los demás, la que nació de adentro tuyo.
Una distancia capaz de portar mil nombres y que responde cuando le llaman miedo.
No fue por cuánto tiempo dejamos de vernos, fue por cómo se sentía el no tenerte, por cómo se vivía la ausencia.
Hice del dolor mi café de las mañanas, aprendí a agregar tres terrones de sufrimiento a cada taza -perdía poco a poco su tibieza-.
Pudo más la costumbre, por eso mi enfermiza permanencia.
Mi insistencia en seguir a tu lado y no dejarme de repetir, sin gota alguna de sensatez, que yo te amaba.
Me cegué ante el capricho; al final fue tanta culpa la mía como la tuya.
Te apartaste, retiraste tu mano para sujetar tu frente y bloquear toda posibilidad de renacer, de regresar a mí, a lo que alguna vez fue bueno y real.
Lo fue para mí.
Y mi mano tendida sobre un abismo que tercamente decidí ignorar.
Nos sofocaron los secretos, nos ahogamos en silencios, en máscaras; me envolvió lo frío de tu indiferencia cuales besos llenos de veneno -aún así los supe disfrutar- y una apariencia falsa de reconciliación.
Todo se volvió frágil y nos rompimos al caer. No supimos tomarnos mutuamente de la mano para ponernos de pie.
Decidimos caminar en caminos bifurcados.
Nos apartamos, nos desentendimos.


jueves, 3 de noviembre de 2011

Valgo más que todos tus miedos.

Es de lo más triste estar rodeado de extraños, que las lágrimas recorran el pasado y las palabras se ahoguen en silencios muertos...


En esta nueva libertad, no sé cómo caminar de nuevo, cuando hace unos días me llevabas de la mano y compartíamos el mismo camino...

Duele darse cuenta de que ahora es más claro el significado de callarlo todo, porque quien esté para escuchar no será el indicado, no serás tú...


Mantente lejos, por ahora, aparta tus ojos de mi vista; no te vuelvas permanencia rota...que mucho de mí ya se haya quebrado. No necesito más pedazos ni fragmentos para juntarles en un todo ajeno y pretender que se ha vuelto mío. No te vuelvas sabor amargo, no nades más profundo en la herida...que yo estaré bien mientras tu nombre no haga nacer al eco que tanto me cuesta ya no retener.

He de soltarte de poco en poco, has de marcharte y llevarte todo lo tuyo...hasta que esté lista para comenzar una vez más. Y he de crecer y sostenerme de mí misma, y escalar hacia arriba, ganar nuevas heridas, que aparezcan cicatrices; volver a querer.

No quiero andar más sobre mis rodillas, no planeo cargar el mismo peso, lastimarme con el mismo sonido zumbante los oídos...

Tu sombra no ha de retumbar entre las paredes de mi cuerpo; me pertenezco.

He de no hacer juicios, dejar de incluirte en mis oraciones, sacarte del primer plano, de permitirte ser protagonista de mi vida...


Reclamaré mi lugar con un volumen de voz tan alto como el sonido de mi corazón latiendo por un nuevo amanecer.