martes, 28 de febrero de 2012

Fuimos para ya no ser.

Que si nunca fui tu musa, sabes, ya no importa.
Tomaste mi mano y la llevaste a tu pecho, y del mío, hiciste lo que quisiste.
Un palpitar que se asfixió en lo húmedo de aquellos besos que no tenían tan claro si deseaban huir y morir antes de haber probado las mieles prohibidas de una piel que a gritos suplicaba reencontrarse con tus labios.
Nos doblegamos ante lo oscuro de la habitación tuya, nos desconectamos de razones, de miedos pasados. Porque ya no se respiraban los dolores de una despedida.
Somos aire y no suspiros exhalados.
Me dejé inundar por tus dudas, tan seductoras como la promesa escondida dentro de tu boca.
Hombre de espíritu vehemente, con tus silencios me mataste lento.
El frenesí sublimado cuando me conocieron tus dedos, ése que al tenerme entre tus brazos se evaporó despacio.
Nos colmamos las esquinas, todas ellas se desdoblaron al probarte el cuerpo todo que latía suplicando el final jamás escrito de una historia abandonada.

domingo, 26 de febrero de 2012

Desquebrajado mandamiento.

Mi alma dormida sobre océanos de pensamientos
se encarna, y me recuerda a tus ojos profundos y dolientes
que me hacen callar las heridas, entintarme la sangre.
Y te he visto desentendido del aire, sumergido en etéreos suspiros,
sonrojado y caliente de tus lamentos prohibidos.
Mientras hierves desde lo más blando de tus huesos.
Azotan tu frente las cavilaciones sinuosas,
de tu mano traviesa, mis miradas acuosas.
Y te he sentido, morir de miedo ante la duda, temblar,
sucumbir ante los impulsos que te cuesta pronunciar,
desvestirme y desgarrarme mientras me ignoras, mientras me quiebras.
Mis esperanzas que te son ajenas, las veo quemarse
en los silencios húmedos de mis labios, presos de tus manías,
llanas en alegrías, sentadas abandonadas.
Enervo el vacío que empañas tras tu presencia,
el recuerdo tardado de una voz que me acariciaba la piel sin erizarla,
de aquella cadera que me sujetaba las ganas.
Y ahora mi alma bosteza, cansada de llenarse de falsas imágenes,
deseos constantemente inundados que me orillan a procurarte,
a seducirte y encontrarte, separado junto a mí.
Es tan cierta tu ausencia, tan larga tu huida,
tan secos tus labios que se niegan a reconocerme.
Frágiles y perdidos, tan perturbados y confundidos,
me entregan de vez en cuando, un mórbido castigo pintado de tu olvido.
Escrito por Kalidoscopia y Aire.
Blog de Aire: Ni siquiera un poco - http://delospensamientosrotos.blogspot.com