viernes, 16 de septiembre de 2011

Entre tantas ideas ya no quedan caminos por recorrer.

Comienzo el día con canciones de alabanza, una botella de agua templada, hambre y cansancio. El cansancio qué más da, hasta suena repetitivo, rutinario y esperado. Las canciones, en cambio, parecen tener un efecto acogedor cuales brazos te tomaran gentiles y te mecieran cálidos, pero no hay nadie abrazándome ni sujetándome.
Nos estamos dejando caer entre empujones intencionados y otros no tanto. Estamos menguando, pero nadie enciende una vela. Mientras los demás dicen que todo estará bien, que hay soluciones...mientras otros dicen que sólo estamos perdiendo el tiempo y que el fin es visible aunque no lo queramos ver.
Dispuesta a beber una copa y nadie aquí quien la llene por mí, lo haré yo misma entonces. El primer sorbo seguramente no será por ti, eso ya lo sé.
Hace unos meses ya que no probaba el sabor de un vino y con cada trago el sabor pierde amargor.
No es por ti, es porque quiero.
Me deseo merecedora de algo mejor.
Un suspiro exhalado: "oh, la música" con residuos de un estado maravillado.
Me embriaga el sentido del gusto lo dulce y tenue de la uva. El calor del vino pasando de mi lengua a la garganta y el pecho, sólo puedo cerrar los ojos y sentir que algo me recorre por momentos efímeros.

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