viernes, 30 de septiembre de 2011

No es lo que necesito.

Por el momento ya no tengo más palabras qué decirte, no pienso gastarlas en esto, en todo esto que está tan lleno de ti, pero al mismo tiempo tan lleno de tu ausencia.
Y yo tan abandonada, tan indiferente y negada. Y todos hablando en parte de lo mismo, aún cuando yo también lo he hablado, cuesta quererlo y aceptar que esas conclusiones verdaderamente han salido de mi boca.

No sé si reírme, si sentirme mal, si frustrarme o sólo no hacer caso de que mientras yo sigo inconforme tú pareces dar todo por sentado, tan seguro, tan calmado, como si fuésemos tomados de la mano con la confianza que alguna vez nos vimos y anduvimos caminos, al menos para mí, nuevos y desconocidos senderos.
Tanto te entregué de mí, no digo que tú no lo hayas hecho igual. Pero me entregué a ti un día y a los siguientes ya no estuviste para mí. La distancia, esa ya no es razón ni excusa válida.

Recuerdo que antes llegar a esta nueva ciudad, antes de partir de aquella otra que nos vio crecer y en la que nos conocimos, me dijiste que te sentirías solo, pero que yo estaría allí para ti y claro que sería así. Dijiste que no tendrías amigos cerca, sólo mis conocidos, pero que yo estaría allí para ti y te hice saber que sería así. Vaya sorpresa cuando te topaste con compañeros que rápidamente se volvieron tus amigos, entonces no necesitaste más de mí, no tan súbitamente, no tan desesperadamente, no con el anhelo que habrías de expresar al buscarme. Mas no me buscaste.
Recuerdo me decías que si alguna vez te enfermabas te gustaría que fuese a verte y estar contigo para hacerte sentir mejor y hacerte compañía. Curioso que quienes estuvieron contigo en esa ocasión fueron esos nuevos amigos y que de alguna manera no me permitiste estar. Qué gusto que no tuviste que pasar ese momento solo sino con buena compañía, que pena que esa compañía no pude ser yo.

Y qué lastimero es no dejar de escuchar a la gente decir que de tanto pensar nace la confusión, que de tanto pensar uno se enferma, que de tanto pensar no sé decidir ni ver lo que sucede. Qué mal se siente olvidarte de pensar por momentos y que poco después, a prisa, venga la culpa, te llene el dolor, te abrace la angustia. Pero por supuesto que ha sido mi culpa.

Sería una mentira decir que de esto nada bueno ha venido a mí, porque ciertamente muchas cosas maravillosas han pasado, inclusive si ninguna de ellas ha portado tu nombre.
Amistades y de las buenas, salidas, lugares nuevos, reencontrarme a mí misma, romper mis paredes y autodestruirme en caos para volver a mí, tiempo conmigo, re-valorar a quienes ya han estado conmigo desde antes, conocer hasta qué grado de importancia tengo en las vidas de aquellos otros, y hasta el llanto ha sido en parte excesivo, pero bueno.

Una vez te aseguré que mi amor por ti sería para siempre, que podía prometerte un por siempre. Mi amor por ti es tuyo y es mío, pero te lo obsequio en gran parte de todas formas, aunque ya se encuentre roto, se ha quebrado ante ese nosotros que ya no se siente ser, pero ese amor permanece porque alguna vez fue y ése no deja de ser.

Pero estas son sólo letras que nuevamente he usado pensando en ti, a pesar de que en principio mi intención fue no gastarlas así. Qué insensato de mi parte pensar que era posible.

Pero estas siguen siendo palabras cubiertas de silencio, ya habrás de escuchar lo que mi voz entone en tu presencia, cuando tenga el valor y la certeza.
Por eso no les des tanto sentido, no ahora, pues igual dudo que lo leas.

Nuevamente escribo de abstracciones que podrán no ser ciertas y no por eso dejan de ser verdad.

No hay comentarios: