jueves, 3 de noviembre de 2011

Valgo más que todos tus miedos.

Es de lo más triste estar rodeado de extraños, que las lágrimas recorran el pasado y las palabras se ahoguen en silencios muertos...


En esta nueva libertad, no sé cómo caminar de nuevo, cuando hace unos días me llevabas de la mano y compartíamos el mismo camino...

Duele darse cuenta de que ahora es más claro el significado de callarlo todo, porque quien esté para escuchar no será el indicado, no serás tú...


Mantente lejos, por ahora, aparta tus ojos de mi vista; no te vuelvas permanencia rota...que mucho de mí ya se haya quebrado. No necesito más pedazos ni fragmentos para juntarles en un todo ajeno y pretender que se ha vuelto mío. No te vuelvas sabor amargo, no nades más profundo en la herida...que yo estaré bien mientras tu nombre no haga nacer al eco que tanto me cuesta ya no retener.

He de soltarte de poco en poco, has de marcharte y llevarte todo lo tuyo...hasta que esté lista para comenzar una vez más. Y he de crecer y sostenerme de mí misma, y escalar hacia arriba, ganar nuevas heridas, que aparezcan cicatrices; volver a querer.

No quiero andar más sobre mis rodillas, no planeo cargar el mismo peso, lastimarme con el mismo sonido zumbante los oídos...

Tu sombra no ha de retumbar entre las paredes de mi cuerpo; me pertenezco.

He de no hacer juicios, dejar de incluirte en mis oraciones, sacarte del primer plano, de permitirte ser protagonista de mi vida...


Reclamaré mi lugar con un volumen de voz tan alto como el sonido de mi corazón latiendo por un nuevo amanecer.

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