jueves, 15 de diciembre de 2011

Un pedacito de mí.

Estoy de vuelta en casa.
Ya son vacaciones y hace un par de días retorné a mi hogar en Tabasco, pues estudio en el estado de Puebla.

Revisando unas cuantas cosas arrumbadas en mi habitación, encontré una pequeña libretita que para mi sorpresa contenía unos cuantos escritos de hace mucho, al parecer de inicios de mi secundaria -la verdad es que no estoy segura de cuándo los escribí-.
Me gustaría compartirles uno de los textos breves y bastante simples que encontré por allí.

Realmente no lo considero un buen texto, es bastante suelto y burdo a decir verdad. Una disculpa por ello; no tengo ni la más mínima idea de qué edad tenía cuando lo escribí, probablemente no sabía ni lo que decía, a esa edad no me había enamorado ni una sola vez, eso es seguro.




El amor no es sólo una atracción de ser a ser.
Es sentir, es saber.
Es dar un todo por esa persona.

Hay personas que ven la belleza en unos ojos azules, claros e hipnotizantes.
Otros en unos verdes, transparentes como el agua, sinceros.
Otros en unos miel, dulces y cariñosos. En marrones y cafés.
O en unos oscuros azabache como el cielo nocturno, brillantes como una estrella del mismo cielo.

Ven la pasión en una piel clara, tersa. En pieles morenas, seductoras y atrayentes; en pieles obscuras llenas de color, gratas texturas, agradables.

Huelen el deseo en cabellos lacios como caricias del propio viento, en ondas suaves como las mismas olas del mar, en chinos potentes como un huracán; a la vez, todos sinceros y de formas sutiles.

Cada quien es diferente, cada quien tiene a su quien.
Cada quien siente como quiere,
y tiene su forma de responder.

Hay almas pasivas que esperan al amor y otras aventureras que van en busca de él.
Pero, en fin, es la forma de ser de cada uno lo que nos hace ser quienes somos. Lo que nos hace sentir como sentimos. Lo que nos hace ver como vemos. Lo que nos hace amar como amamos.

No podemos elegir de quién enamorarnos. Aunque sea buena o mala persona a la vista de los demás ese quién. Aún así se ama. Aún así se quiere.

Dicen que los opuestos se atraen, pero siempre en el opuesto hay algo que es igual.
Lo salvaje.
Lo dulce.
Lo sutil o tierno.
Lo agresivo o necio.
Así como en el yin hay yang, como en el bien hay mal y viceversa.
En el opuesto va a haber algo que tú tienes, como algo de él en ti.
Tal vez en una mínima cantidad, pero lo hay.
Sí que lo hay.


Conclusión: parece que desde pequeña jamás fui hecha para escribir en formato de ensayo, sólo obtendría cosas insípidas.

Gracias por leer.

1 comentario:

Aire dijo...

Ha! yo también escribía cosas de amor, aún sin haberlo conocido.

Me gustó tu texto. As always