miércoles, 3 de agosto de 2011

Nos venimos abajo.

A veces me callo las cosas a mí misma antes de poder pensarlas. Entonces es cuando me quedo con esa sensación incómoda sin siquiera tener razones.
Las suposiciones destruyen historias, derrumban castillos. La duda y también las mentiras. Las mentiras que se suponen son todavía peores.
Y el orgullo de no aceptar lo que se siente.
El miedo a decirlo, a quedar en ridículo.
Lo odioso de ser juzgado.
El horror de que no te entiendan y que todo se torne tan personal.
El calor de esta tarde me mata, yo sin aire fresco, en suéter de lana que por pijama aún llevo a estas horas.
Hasta parece que me empeño en sentirme peor.

Pero todo se va, se esfuma y comienzo a "mejorar".
En el olvido, una solución fugaz y prometedora.



Felicidades, Amor, por estos cinco meses el día de hoy.

Y que no te venga mal la amargura de nuestras ironías, pues al final seguirán siendo nuestras.

1 comentario:

Fhercho dijo...

Las madrugadas se hicieron para conversar o intercambiar puntos (de cualquier tipo) (y en cualquier estado).
Es cuestion de tiempo y mas tiempo para darse cuenta que onda con esos puntos, si valen la pena o si solo fue una perdida inmejorable de crédito.