sábado, 23 de febrero de 2013

Sin títulos ni etiquetas.

Me acostumbré a su gentil compañía,
a sus palabras que siempre se sabían acomodar solas entre sus enunciaciones,
su mirada que revoloteaba al hablar.

Su tartamudeo,
lo exquisito de su incesable discurso,
las recomendaciones poco comunes de sus gustos en la música, el cine y las letras.

Su peculiar sentido del humor,
su leve impuntualidad -combinando bien con mi impaciencia amable, permitiéndonos encontrarnos a mitad de camino del lugar sugerido para el encuentro-,
el americano siempre agregado a la cuenta del café
y lo tardío de su despedida -después de tres o cuatro adioses como si jamás quisiera irse-.

Extraño a un buen compañero que palabras me faltan para agradecerle tanto en tan poco tiempo compartido.

21.12.12
Editado por segunda vez 11.01.13
Con corrección de estilo y publicado 23.02.13

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