domingo, 23 de enero de 2011

Películas en el autobús de camino a casa.

Soy de esas que lloran en silencio y se cubren la boca para callar el llanto cuando una película les duele en el alma.
Soy de esas que se ponen bien sentimentales y aún cuando tienen a alguien a su lado se sienten impotentes y solas, pero bien, entre lágrimas.
Soy de esas que disfrutan de llorar por el sencillo placer de sentir las gotas saladas recorrer las mejillas y acabar en los labios y mentón del rostro.
Soy de esas almas complejas que sueñan con alguien quien se beba en un beso esas lágrimas en su final, comprendiendo el por qué de su origen sin necesidad de cuestionar.
Soy de esas que te dicen "abrázame" en la lejanía, con el siempre claro y elocuente lenguaje del silencio.
Soy de esas que después de llorar aprovechan las lágrimas para traducir lo que el corazón, ya oprimido por la angustia, alcanzó a decir antes de hacerse chiquito y antes de que todo se volviese oscuro al cerrar los ojos, antes de que la conquista de la lasitud se haga evidente.

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