viernes, 9 de julio de 2010

En perspectiva.

Esta mañana lo primero que vino a mi cabeza al despertar fueron las palabras "huevos con tocino", en serio, no les miento. Realmente fue gracioso para mí ya que no soy alguien a quien de pronto le den esos antojos que parecen no tener razón y, últimamente, he estado desayunando leche, una banana y una que otra galleta pues no soy de madrugar constante (digo, son vacaciones). Sin embargo, el día de hoy fue la diferencia. Habría optado por un cereal con fresas y leche a como hago normalmente, pero ya que la situación no era completamente normal me dije "que sean huevos con tocino".

Justo ahora acaba de surgir una idea en mi cabeza (acabo de cambiar el título del post por lo mismo). ¿Qué tal algo de perspectiva para esta mañana? Es cierto que las cosas, las personas y las situaciones cambian dependiendo del punto de donde les mires. Así, le pondré algo de perspectiva a mi desayuno. Si lo veo desde un lado pesimista y negativo las cosas habrían sucedido más o menos así:
"Huevos con tocino, hm. El tocino no tiene ni una pizca visible de algo sano en él, ¿por qué debería comerlo?" Y siguiendo a mi mente, aún así, lo habría cocinado. Yendo a la nevera por un par de huevos y el paquete de tocino habría notado que nuevamente el foco que ilumina la nevera no estaba funcionando. "Oh, qué bien (sarcasmo). Para colmo tampoco encendí la luz de la cocina, osh. Ahora no veo nada." Con tal de no ir a encender la luz habría buscado a oscuras las cosas, lo bueno que era de día y unos cuantos rayitos de sol se colaban entre las cortinas. Al tener ya el tocino y los huevos para cocinar, por no tomarme la molestia de encender la luz antes, me hubiese regresado hasta donde el interruptor para poder hacer todo bien. Está bien buscar a oscuras, ¿pero cocinar? No, ya sería demasiado. "Maldita luz." Lo siguiente es buscar en donde cocinar las cosas. "Sartén, sartén... Ay, están sucios." La verdad, si hubiese hecho las cosas con esa actitud, no tengo idea de cómo habría resultado todo. No sé si habría buscado un sartén limpio o si hubiese lavado los que estaban ahí. Y ya que no puedo imaginar algo al respecto pasaré a cocinar. "Mantequilla en lugar de aceite para dorar los huevos revueltos. Aceite para dorar el tocino. ¿Qué tanto dañará esto a mi sistema?" Mientras cocinaba -fijándome a la realidad- algo de aceite del tocino saltó y me cayó una gotita en la muñeca. Ahora no se siente nada, pero es casi seguro que en el momento habría dicho "damn!" o algo parecido. Probablemente me habría quejado mucho.
Les cuento que un dolor en la espalda baja me llegó inmediato al despertar, un dolor horroroso. Apuesto que también me habría quejado hasta por los codos del dolor al cocinar, porque bien que me dolía.

Seguramente al tener servida la comida y empezar a desayunar también me hubiese quejado. Si no por la cantidad de aceite o grasa, por el sabor o lo primero que viniese a mi mente. "Sabe feo, como a quemado. Maldita mantequilla. Debí usar menos. [...] Este tocino, no debería comerlo. La buena dieta de días atrás a la basura. [...] ¿Por qué me estoy tomando este yogur? Esta lleno de azúcar. Ni si quiera es el que me gusta. Qué horror. Debería tomar leche, agua, algo diferente y no esto. [...] Este maldito dolor en la espalda. Debí poner atención al trabajo de las vértebras de la clase de anatomía. [...] Bla, bla, bla, bla, bla." Sí, probablemente habría sido algo así.
Pero ahora les cuento lo que realmente pasó:
Esta mañana al despertar lo primero que vino a mi mente fueron las palabras "huevos con tocino". No es algo que suela desayunar. Es más, ya tiene años desde que un paquete de tocino entró a esta casa, años literalmente hablando. A pesar de ello, un paquete entró a esta casa el día de ayer. Puede ser que eso halla motivado al esporádico antojo. También puede ser el que haya cenado algo de tocino la noche anterior. Pero haya sido lo que haya sido, las palabras en mi mente siguen siendo las mismas: "Huevos con tocino". Mi reacción fue reírme un poco del asunto y dejar que el día fuese algo diferente.

Busqué los huevos y el tocino en la nevera, encendí la luz y no recuerdo haberme quejado, limpié los sartenes que pensé utilizar y comencé a cocinar. Mientras el tocino se doraba una pequeña gota de aceite cayó en mi muñeca y habré dicho algo como "ouch" o "sss..." por el dolor, pero nada más. Seguí cocinando y recuerdo que no logré encender una de las hornillas. Lo que hice fue esperar a que una de las cosas estuviera lista, retirar del fuego y colocar el otro sartén -sin quejas-. Serví todo en el plato, lo llevé a la mesa y regresé por algo de beber. Me dio tanta flojera buscar un vaso para servirme leche, mi voluntad no fue tan fuerte para querer algo de agua, así que tomé un yogur bebible y me fui a la mesa. En mi mente había una pequeña voz diciendo que no me bebiese eso, pero le ignoré y lo hice sin remordimiento alguno. "Ya me cuidé como por mucho tiempo. Un día no me hará tanto daño. Soy joven." Algo así fue lo que pensé. Al comer los huevos revueltos sentí un ligero sabor a quemado, pero no le di importancia, no era razón de queja.
Mientras cocinaba y ese dolor de espalda constante me molestaba pensé en dar gracias, pedir perdón y eso que uno debe hacer por las mañanas (quizás así se me iba el dolor por un rato). Hace unas semanas lo hacía a diario, pero se me fue olvidando y hoy recordé que era importante hacerlo. Di gracias y pedí perdón y, siendo sincera, me quedé a medias en la oración porque estaba hambrienta -la verdad es que aún no termino de orar, pero en cuanto termine de escribir lo hago-. La misma oración que nació por el deseo de olvidarme del dolor de espalda me llevó a pensar en que muchos no tienen qué comer ni qué beber, no tienen casa u hogar, inclusive muchos no tienen ni el amor con el que uno ha sido bendecido. Ese amor y cariño que puede muchas cosas tales como reducir la importancia de las otras carencias materiales. Hay que ser agradecido y pedir por los demás; eso es lo que pienso justo ahora. (Una reflexión en la mañana no viene mal. Ni yo me la esperaba.)

Regresando a lo que el título pretendía, ¿ven la magia de la perspectiva? Yo sí.
No acostumbro ser tan positiva como creo me leí en estos últimos párrafos, pero es bueno un cambio de vez en cuando. (También escribí esto porque tenía mucho que no lo hacía -me refiero a escribir-.)

Cuando crean que están teniendo un mal día o que no podría existir algo peor, créanme, sí podría ser peor y no están en el hoyo más profundo ni más oscuro, están bien. No se fijen en lo molesto de sus días sino en los instantes que los hacen maravillosos y diferentes porque ningún día es igual. Sean siempre agradecidos, siempre. Aprecien un "buenos días" y una sonrisa que, a pesar de ser gratis, tiene un inmenso valor y desgraciadamente en este mundo no se le regala a cualquiera. Caminen por la vida con la mirada en alto y seguros de sí mismos, porque todo lo demás es incierto y la fortaleza de uno crecerá tanto como uno mismo quiera. El único capaz de establecerte límites eres tú mismo. Sobretodo aprender, aprender de los errores y también de lo bueno. Parecerá repetitivo y nada original, pero es la verdad. Seguramente es por esa razón que se escucha tanto y aún así no se presta la debida atención a lo dicho. Para no hacer el cuento largo les resumo y recomiendo que cada mañana se tomen una pildorita de optimismo, busquen las cosas positivas en los demás y en ustedes, aprovechen sus virtudes y fortalezas sin dejar de lado las debilidades porque esas, siendo parte de cada quien, también se pueden trabajar para bien.

Finalmente, cuando se vean a oscuras y les sea difícil encontrar ese rayito de sol que ilumina todo, deténganse a respirar un poco, a pensar y a hacerse un favor: agreguen a sus días algo de perspectiva.

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