Me desvanecía sentir tu aliento en mi oído,
susurrándome cuentos de amor.
Canciones que narraban la ternura de unos besos
perdidos en la marea alta, sobre la arena,
en aquella playa lejana.
Caminante curioso, te extraviaste una y cien veces
en los alargados surcos de mi espalda
y al pasear tus dedos sobre ese sendero
me reinventabas.
Tus besos, la tinta que pintó palabras intangibles en mi piel,
como si fuera ésta un libro vacío,
páginas blancas siendo colmadas por ti.
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