Hace falta la calidez de un bien querer, que por las noches te construya un hogar entre sus brazos, te sostenga, te coma las penas de tus ojos a besos y sople muy lejos con su aliento esos tus miedos que tanto te aterran las ganas, ponen de rodillas tus esperanzas; por las noches se acueste a tu lado y temblando tu cuerpo de dudas le supliques cuidar de ti, hacerte desaparecer, evaporarte lento, volver a sus ojos calmados, sinceros.
"Cierra la puerta.""Nadie va a entrar."
"Cierra la puerta."
"Nadie va a entrar".
"Ciérrala."
"¿Por qué?"
"Ciérrala... Por favor."
Y aunque nadie en el mundo fuese a atravesar la puerta de aquella reducida habitación, se puso de pie, cerró la puerta y volvió con prisa a colocarse por un lado para reconstruir tiernamente la seguridad que con sus brazos podía regalarle a aquella frágil criatura.
Ten mis mejores besos,
el frío de mis manos nerviosas e inquietas.
Ten un presente que amarra
de mí una parte a tu cuello.
Ten una manga empapada con sales,
un hombro mojado.
Ten un buen viaje de vuelta a casa.
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