Labios amargos, como corteza de nuez mezclada con el sabor a chocolate amargo que degustas en tus noches de creación literaria, tentándome.
Sentí mi cuerpo estremecer. Los poros de mi piel gritando tu nombre.
Mis cabellos escurriéndose entre tus dedos.
Sentí a las paredes de mi pelvis colapsar, mis piernas abriéndole paso a tu sexo.
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